martes, 25 de febrero de 2014

Cumple sin cumplir

Es 25 de febrero y se pueden celebrar en su memoria esos caprichos, marcas en la historia, que lo trascienden.



El copyright del título le pertenece a otro. La dinámica de un diario, cuando se hace con la pasión que palpita esta redacción, por momentos toma un vértigo que a casicuatro años de su salida a la calle, para quienes hacemos Tiempo Argentino, aún nos asombra y nos asombrará siempre.

En un rato nomás, esta página estará en la imprenta y usted, lector, un par de horas más tarde la tendrá en sus manos. Y es en esa temporalidad extraña en que el ayer es hoy; y mañana, ahora, que en la urgencia de un cierre irrumpió el recuerdo de Néstor Kirchner que hoy, ahora, digamos, hubiese cumplido 64 años. Del otro lado de la línea, la voz dice: “Qué increíble, Néstor cumple sin cumplir, sigue cumpliendo.” Lo dice a las 23:00 horas de un día lunes que ya es martes y a esa hora, su recuerdo provoca a la escritura.

Ayer arrancó el juicio por los asesinatos del 19 y 20 de diciembre de 2001. Para quienes llevamos impregnado en la memoria el olor de los gases lacrimógenos de la represión policial de la Alianza en aquellas jornadas de muerte y miseria, ver a los responsables (sólo a algunos de los responsables) del accionar criminal de ese Estado sentados en el banquillo de los acusados –por más que haya pasado demasiado tiempo–, alivia, en parte, la impotencia de tantos años de impunidad. Para quienes llevamos impregnado en la mirada los cuerpos yacientes en las calles céntricas de la ciudad de jóvenes que protestaron contra un Estado indiferente, entregador, sabemos que el infierno no es un lugar nada agradable y que hay algunos trasnochados que sueñan, imprudentes, con atizar ciertos fuegos.

Quizá no sea casual el recuerdo entre ese ayer nomás –doloroso y empobrecedor– y este hoy, en que el patagónico que irrumpió en la historia de manera indeleble hubiese cumplido años. Entre ese entonces y el presente pasó mucho más que tiempo. A Kirchner, carácter fuerte y corazón frágil, lo bajó del ring, la mañana triste del 27 de octubre de 2010, su testarudez de no detener la máquina un poco, al menos, para reponer el cuerpo cansado de varias y prolongadas batallas. Ya no cumple años Néstor Kirchner. “Lupín”, como le decían los suyos, se fue lejos antes de tiempo. Pero es 25 de febrero y se pueden celebrar en su memoria, esos caprichos, marcas en la historia, que lo trascienden:

• Cumple en los millones de jubilados que pudieron ser incorporados a la cobertura previsional solidaria sin haber tenido la posibilidad de haber realizado sus aportes por años de indiferencia oficial, desocupación y abandono.
• Cumple en los millones de pibes que disfrutan de sus computadoras que los conecta con la igualdad y el futuro.
• Cumple con los millones de chicos y chicas que, mes a mes, perciben en su familia la Asignación Universal por Hijos.
• Cumple en la felicidad que disfrutan cada día esas cientos de parejas que pudieron unir sus vidas en matrimonio de amor igualitario.
• Cumple en la condena de las decenas de genocidas y represores que fueron sentenciados –y seguirán siendo condenados– a prisión, como la cárcel común en la que murió Jorge Rafael Videla.
• Cumple en la existencia de una Ley de Medios de la Democracia, que otros deberán seguir de cerca para que su adecuación se cumpla.
• Cumple en los cientos de científicos que decidieron regresar al país, para dejar atrás el destierro.
• Cumple en la condena y el encierro de los asesinos del joven militante del PO, Mariano Ferreyra.
• Cumple en la vigencia que toma por estos días aquella inolvidable jornada en la que él junto a Lula, Evo y Chávez sepultaron el ALCA en Mar del Plata en el propio hocico de Bush. Vale tenerlo presente hoy, cuando los fantasmas sueñan con volver.
• Cumple en dejar expuesto, a diario, a los traidores.
• Cumple Kirchner en la alegría contagiosa que desborda a los pibes –esas miles de flores que predijo que florecerían– cuando se los ve abrazados a sus militancias, al amor por el otro.

Kirchner partió rápido. Antes, obstinado, incorregible, tuvo tiempo de torcer el rumbo, ese del que nos habían convencido por años como si fuese un destino manifiesto del pueblo, el de la entrega y la frustración. Dijo no, puso nerviosos a muchos, cumplió y se fue antes.

En su memoria.

(*) Tiempo Argentino 

Por Gustavo Cirelli (*)

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